Si un diente de leche no cae, ¿hay que arrancarlo?

Si un diente de leche no cae, ¿hay que arrancarlo?

Los dientes de leche o dientes temporales empiezan a crecer entre los 4 y los 6 meses de vida, y suelen completarse sobre los 3 años de edad. Tres años más tarde, sobre los 6 años de edad, empiezan a erupcionar los diente definitivos, que van sustituyendo a los de leche en el orden en que estos fueron saliendo. Es decir, que en torno a los 5-7 años, los dientes de leche empiezan a caer por si solos. Esto varía en función de cada niño.

Cuando se detecta cierta inactividad en la caída de los dientes de leche, puede ser motivo de preocupación si el diente está obstaculizando la salida correcta del definitivo o si los molares de los 12 años ya han salido. En esos casos, el dentista determinará los pasos a seguir; que por norma general será la extracción del diente temporal.

TRES CAUSAS POR LAS QUE UN DIENTE DE LECHE NO CAE DURANTE LA INFANCIA

  1. AGENSIA. Es la inexistencia del diente definitivo. Esto se produce cuando el diente definitivo no se ha formado y el de leche no ha tenido el estímulo de reabsorción de su raíz, por eso no se cae. En función del tipo de diente que falte y del tipo de mordida, se tomará la decisión de mantener el diente de leche el mayor tiempo posible o si se perdiese, se pondría un aparato llamado mantenedor de espacio, hasta que el momento adecuado para la colocación de un implante o puente sustituya al diente ausente. .
  2. EL DIENTE DEFINITIVO SÍ ESTÁ PRESENTE PERO NO HA SALIDO. La falta de espacio para que los dientes puedan salir, un golpe sobre un diente de leche que empuja al germen del diente definitivo y lo ‘descoloca’, la pérdida de la guía de erupción o presencia de algún obstáculo, son las causas más comunes de esta causa. En estos casos lo más habitual es extraer el diente de leche y esperar a ver si el diente definitivo se reconduce.
  3. ANQUILOSIS. Cuando el diente de leche está ‘pegado’ al hueso. Afecta principalmente a los segundos molares temporales inferiores. Lo normal en estos casos es extraerlo para evitar que se produzca un defecto en el hueso al que está pegado.

Que los más ‘peques’ de casa acudan de forma frecuente al dentistas es vital para detectar posibles anomalías en el proceso de desarrollo de su dentadura. La frecuencia recomendada es cada seis meses después de la aparición de los primeros dientes.

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